La industria del agua envasada ofrece Naturaleza en su estado puro y la pone a disposición del consumidor final con las más estrictas normas de calidad y seguridad alimentaria. La gestión sostenible del acuífero, donde juega un importante papel el perímetro de protección, contribuye también a conservar la naturaleza.
Es cierto que no siempre se ha actuado de forma racional o eficiente en relación con el sistema natural. En ocasiones, la acción humana ha producido consecuencias y transformaciones en los sistemas naturales en algunos casos positivos y en otros negativos.
La actividad de la industria del agua mineral, consigue conservar la pureza original que tiene la Naturaleza, poniéndola a disposición del consumidor final. El sector es consciente de la calidad del recurso con el que trabajan. Por ello se esmera en su cuidado y todo lo que le rodea.
Nunca se baja la guardia, ni en el momento en el que se capta el agua del acuífero fruto de la Naturaleza. Por eso sus plantas envasadoras están situadas en entornos naturales como los parques naturales y los Nacionales. Que forman el mejor colchón natural para proteger la pureza del recurso y asegurar su conservación.
Las aguas minerales son un producto alimentario natural y singular, que reúne unas características que las hacen únicas. Se trata de aguas procedentes de acuíferos subterráneos que se encuentran protegidos de toda contaminación, gracias al trabajo realizado por el sector para proteger su entorno natural. Todo ello, gracias a su estricto marco reglamentario, ya que las aguas minerales son, junto con los alimentos infantiles, los productos más regulados y reglamentados en materia de Calidad y Seguridad Alimentaria. Así, gracias a los estrictos y numerosos análisis que realiza el sector, las aguas minerales llegan al consumidor con toda la pureza que tienen en la naturaleza y manteniendo siempre constante su composición mineral y propiedades saludables.
Gran protector
Para llevar a cabo esta correcta gestión, cada una de las empresas de agua mineral dispone respectivamente de un “perímetro de protección” y de un “caudal de óptimo aprovechamiento”. Que le son concedidos por las autoridades mineras en el momento en el que se les concede la autorización de aprovechamiento del agua.
Hablar del perímetro de protección de un acuífero de aguas minerales es hacerlo de la superficie mínima del terreno delimitada por coordenadas, en la cual se prohíben o condicionan determinadas actividades con el fin de salvaguardar el recurso hidromineral.
Se trata, por tanto, de un instrumento jurídico-administrativo que tiene por finalidad proteger la integridad y pureza del acuífero, así como los derechos del titular de su aprovechamiento a utilizar las aguas que emerjan dentro del mismo, previas las consiguientes autorizaciones o concesiones.
Su regulación aparece contemplada en los artículos 26 y 28 de la Ley 22/1973 de 21 de julio de Minas y en los artículos 41 y 43 del Real Decreto 2857/1978, de 25 de agosto por el que se aprueba el Reglamento General para el Régimen de la Minería normas que han de entenderse básicas, sin perjuicio de la facultad de las Comunidades Autónomas de establecer una regulación complementaria sobre los perímetros de protección.
Con este instrumento jurídico-administrativo la industria de agua mineral se responsabiliza también de la protección de los espacios naturales que rodean sus acuíferos, asegurando su conservación y evitando cualquier posible contaminación accidental.
El perímetro de protección condiciona el uso del suelo, así como las actividades y trabajos según se sitúen en unas zonas mínimas, medias y máximas de restricciones. Identifica la conocida como zona de recarga, donde se producen las precipitaciones y donde se inicia la circulación del agua subterránea en profundidad hasta la zona de descarga por el manantial o la captación.
El caudal óptimo de aprovechamiento lo conceden las autoridades competentes y se calcula en base al balance hídrico de la zona. La industria envasadora lo respeta y no extrae en ningún caso más de lo establecido por las administraciones públicas, manteniéndose constante la recarga de los acuíferos.
Guías que ayudan
Para velar por la seguridad y calidad de este recurso el sector dispone de una estricta normativa, un perímetro de protección, un caudal óptimo de aprovechamiento a las que se suman otras herramientas ambientales como la “Guía de Autocontrol de Calidad en las Captaciones de Aguas Envasadas” de la Asociación Nacional de Empresas de Aguas de Bebida Envasadas (ANEABE). Que permite mejorar la gestión del recurso, preservar su calidad en origen y realizar una explotación sostenible con su entorno.
En abril de 2014, se estableció un Convenio Marco de Colaboración entre el Instituto Geológico y Minero de España (IGME) y ANEABE, para seguir avanzando en el desarrollo de actividades de investigación, formación y divulgación en los campos científico, técnico y cultural. Cuyos resultados pondrán en valor la singularidad de los acuíferos y la pureza de las aguas minerales españolas como producto alimentario único y singular.
Además, algunas de las empresas del sector de las aguas minerales colaboran con los Planes Técnicos de Gestión Forestal de las Comunidades Autónomas. O los correspondientes organismos correspondientes, para que los bosques bajo los que se asientan los acuíferos, sigan siendo los mejores protectores naturales. Eliminando la vegetación alóctona y sustituyéndola por especies autóctonas y colaborando también en la limpieza de los respectivos bosques para que sean biodiversos.